Zidane se movía con la prestancia de un torero. Cada gesto suyo era pura maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en un lienzo https://tasneemicoj407732.blogtov.com/19129107/la-confesión-de-zidane-sobre-su-cabezazo-en-2006